jueves, 10 de julio de 2008

Gran hermano...


Leyendo la prensa diaria en busca de inspiración… encuentro varias noticias relacionadas con un tema que últimamente me tiene un tanto trastornada…la protección de datos.
Como siempre, con cierto tipo de temas, no sé si de pronto están surgiendo más problemas de los habituales o si, simplemente, se trata de hacer negocio. El caso es que las nuevas tecnologías no acompañan a aplacar el temporal.

Por un lado, a modo de ejemplo, la Audiencia Provincial de Barcelona decidió publicar los datos de las mujeres que, habían sido investigadas por abortar en la clínica del Dr. Morín. Todo un atentado, en mi opinión, a la privacidad, a la libertad moral, a la libertad ideológica, etc. Parece que, afortunadamente, no va a ser posible. Y a finales de mes se aprobará un decreto para asegurar la confidencialidad tanto de la mujer que aborta como del médico que practica dicho aborto. Confidencialidad que debiera hacerse extensible, en mi opinión, a otros muchos ámbitos de nuestra vida privada.

Pues bien, por otro lado, ese ente denominado UE (qué raro), planea una directiva a través de la cual y salvo que alguien lo evite, se autorizará a acceder a los datos personales de los usuarios por motivos de seguridad sin su consentimiento; e, igualmente, se autorizará a la venta de software que incluya programas espías destinado a interceptar los intercambios de archivos, impedir la copia de material protegido, "controlar al usuario" e "interceptar sus comunicaciones".

Es decir, una de cal y una de arena. Cierto es que cuando entran en conflicto varios derechos la cuestión se complica mucho. Lo vemos con el derecho a la información, que diariamente tienen en la boca muchos "periodistas" (o lo que sean) y el derecho a la intimidad y al honor. Con el derecho o la obligación de los poderes públicos de garantizar la seguridad ciudadana y, nuevamente, el derecho a la intimidad personal y familiar...Pero hay que llegar a un equilibrio, no?

No es posible que todos y cada uno de los movimientos cotidianos estén controlados. Vivimos rodeados de cámaras de seguridad: cuando vamos al banco, a hacer la compra, incluso, en ocasiones, en nuestros puestos de trabajo...Pero no sólo eso, por las páginas visitadas en Internet, pueden saber nuestros gustos, nuestras aficiones, lo que vamos a hacer el fin de semana...y sospechosamente, tras visitar ciertas páginas recibimos en nuestro correo electrónico publicidad sobre el producto exacto que estábamos buscando. En ocasiones se graban nuestras conversaciones telefónicas, recibimos publicidad incontrolada sobre todo tipo de productos, nos llaman por nuestros nombres y apellidos para ofrecernos cualquier tipo de servicio...Es espeluznante, no?

Creo que cuando leí 1984 de George Orwell yo no era consciente de la que se nos venía encima. El personaje de Gran Hermano, creado en la novela, somete a una constante vigilancia y manipulación a sus hermanos, reinventa la verdad, camufla la guerra, les dice lo que está bien y lo que está mal...En su día, el personaje del Gran Hermano, se creó basándose en los dictadores de la época. Hoy en día, no sé quién es, pero existe y además se ha adaptado, perfectamente, a las nuevas tecnologías.

2 comentarios:

Fred dijo...

Desde luego, con el tema de Internet, estamos mucho más controlados de lo que podamos pensar. Lo cual contrasta con el sentimiento de libertad y a veces impunidad que puedan experimentar los internautas.
Lo que tendremos que ver ahora es si la ley es capaz de controlar los abusos sin coartar nuestras libertades.

Anónimo dijo...

Desde que soy madre he podido comprobar que todo el mundo comparte mi felicidad sin haber sido invitado. Los de las revistas de padres, los de seguros, grandes superficies, etc. Me gustaría saber como lo saben. Y sobre todo me gustaría que dejaran de llamarme un año y medio después del nacimiento de mi hija. No la he presentado en sociedad ni nada de eso. ¿No tenemos derecho a decidir quien conoce los acontecimientos en nuestras vidas y quién no? Parece que no.