jueves, 31 de julio de 2008

13 años después

Los hombres, nacemos "libres e iguales en dignidad y derechos". Por lo menos eso reza la Declaración Universal de los Derechos Humanos adoptada por las Naciones Unidas en 1948. Sin embargo, después de casi 60 años, la igualdad sigue siendo ese concepto abstracto que nunca se acaba de llevar a la práctica.
Todos tenemos los mismos derechos, las mismas oportunidades, pero también somos responsables de nuestros actos y debemos responder de ellos todos por igual, sin importar nuestra posición social, nuestro cargo o lo poderosos que sean nuestros amigos. Por lo menos así nos gustaría que fueran las cosas.

Hace 10 días, nos enteramos de la detención en Belgrado de Radovan Karadzic, uno de los criminales de guerra más buscados, responsable, entre otras cosas, de la muerte de más de 8.000 hombres en Srebrenica en 1995. Una buena noticia que llegaba oportunamente, en un momento en que Serbia se estaba jugando su entrada en la Unión Europea.
Atrás quedan 13 años de huida con una orden internacional de busca y captura, 11 de ellos viviendo en la "clandestinidad". Y nos preguntamos: "Durante todos estos años, cómo hizo Karadzic para escapar a la vigilancia de la policía y los servicios secretos de medio mundo?" Pues nada: ir y venir por Belgrado como cualquier hijo de vecino, dar clases, conferencias, trabajar en una clínica, tomarse sus cañitas el domingo con los amigos... un ciudadano modelo.
¿Es posible que el criminal de guerra más buscado vaya por allí tan tranquilo? ¿No será que no lo estaban buscando y nos hacían creer que sí?

La respuesta no se ha hecho esperar: según contaba hoy el propio Karadzic en su primera declaración ante el Tribunal Penal Internacional, durante los acuerdos de Dayton que pusieron fin en 1995 al conflicto Bosnio, acordó con el negociador estadounidense Richard Holbrooke que no se le arrestaría si se retiraba de la vida política. Lo que viene a ser una regañina y un "¡ala, no lo vuelvas a hacer!"
¡Alucinante! No me quiero ni imaginar cómo se sentirán los familiares de las víctimas de Srebrenica, las familias de los cascos azules sacrificados por orden del ex-presidente y en general todas las víctimas del conflicto bosnio. Aliviados, no cabe duda, pero seguramente con un punto de amargor ante la evidencia de que no todos los hombres son iguales.

1 comentario:

marta dijo...

La verdad es que suena a película de intriga...pero lo triste es que es real y que durante 13 años, este personaje ha tenido una vida de lo más tranquila y normal, cuando 8000 familias estaban echando de menos a sus seres queridos. Este es un buen ejemplo de lo que son las injusticias.